El Foro Social Mundial ¿de escaparate de alternativas a motor de transformación?

25 de febrero de 2011

Dani Gómez-Olivé, Delphine Ortega y Iolanda Fresnillo. Observatorio de la Deuda en la Globalización

Este artículo es una ampliación del publicado en el semanario La Directa (núm. 217)

Diez años después del primer Foro Social Mundial (FSM), cerca de 75.000 personas vinculadas a movimientos y organizaciones sociales de todo el mundo se han vuelto a dar cita bajo el ya tradicional lema “otro mundo es posible”. Entre el 6 y el 11 de febrero se han desarrollado en Dakar, en el campus de la Université Cheikh Anta Diop, cientos de actividades auto-organizadas, asambleas temáticas, reuniones, manifestaciones y actividades culturales. Diez años después de aquel primer encuentro altermundialista en Porto Alegre, las cifras nos dicen que el foro ha sido, una vez más, un éxito. Pero, ¿qué utilidad tiene realmente el FSM para los procesos de movilización y transformación social?


África, en el corazón del foro
Con el FSM de 2011 el proceso del foro ha vuelto África, después de los encuentros de Bamako (Malí, en 2006) y de Nairobi (Kenia, en 2007). Y África debía ser el eje alrededor del cual girarían muchas de las cuestiones debatidas y las estrategias dibujadas en el foro. La presencia masiva de colectivos africanos, especialmente de grupos mujeres, aseguró que en talleres y asambleas, los casos y experiencias de toda África estuvieran presentes en buena parte de las actividades. Además, se aseguró la centralidad temática al dedicar todo el primer día del foro en talleres sobre África y la Diáspora. Actividades sobre el papel de la mujer en el continente, el impacto de las políticas neoliberales, el expolio de los recursos naturales, el acaparamiento de tierras, la opresión de la deuda externa, la lucha contra los tratados del libre comercio, etc.
Algunas redes internacionales, como el Comité por la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), hicieron un esfuerzo importante para asegurar la presencia africana. En este sentido, se organizó una caravana, previa al inicio del foro, que desde Benín hasta Senegal, pasando por Burkina Faso y Malí, llevó cientos de activistas africanos a Dakar, organizando actividades de sensibilización y denuncia a su paso por diferentes localidades. Estas caravanas han permitido una fuerte presencia de grupos y redes de África del Oeste, pero también había presencia de activistas de toda África. Se podría afirmar que han participado delegaciones de casi todos los 55 países que componen el continente. Y han participado con un fuerte sentimiento de pertenencia al continente, tal y como se podía ver en la constante referencia a las revueltas del Magreb por parte de participantes subsaharianos.
El FSM se celebraba este año con el tras fondo de las revoluciones populares de Túnez i de Egipto. En efecto, el FSM empezaba con una apelación a la solidaridad con el pueblo tunecino, que acababa de derrocar la dictadura de Ben Alí y finalizaba el mismo día que el pueblo egipcio celebraba la caída de Mubarak. El hecho de que el proceso de registro de actividades se cerrara hace más de un mes, provocó que la importancia de las revueltas no quedara suficientemente reflejada en el programa, aunque las experiencias revolucionarias de Túnez y Egipto estuvieron presentes de forma transversal buena parte de las acciones y actividades del foro.
Entre el caos y la autogestión
El FSM2011 ha sido un escaparate de las problemáticas y luchas africanas, como también ha sido una oportunidad para reforzar la sociedad civil del continente. Pero del mismo modo, ha supuesto una importante prueba para su capacidad organizativa. Y en este sentido muchas miradas se han centrado en los problemas logísticos y organizativos que ha habido a lo largo del foro.
Por diferencias con las autoridades universitarias muchos de los espacios que debían estar disponibles para la realización de actividades siguieron con la actividad docente habitual, de modo que un número indeterminado de seminarios se quedaron sin espacio asignado. A esta falta de espacios se añadía la inexistencia de programa al inicio de cada jornada. Estas carencias convertían en una odisea el hecho de encontrar un espacio para desarrollar las actividades programadas o encontrar aquella actividad en la que se quería asistir.
Tal y como afirma Jordi Calvo, de Justicia y Paz y el Centre Delàs, y participante en el Foro de Dakar, “no hay ninguna duda de que de haber tenido un mayor presupuesto y más apoyo de las instituciones locales, como ocurre en Foros celebrados en Brasil, el resultado organizativo hubiera sido diferente “. Efectivamente, en Brasil, o incluso en Nairobi, el FSM había recibido apoyo no sólo de las autoridades locales, sino también de las grandes ONGs y agencias de cooperación o incluso de empresarios locales y empresas transnacionales. Este hecho ha sido fuertemente criticado en otras ocasiones, y este año nos hemos encontrado con las consecuencias de organizar un foro con importantes limitaciones de recursos.

Pero como reconoce Calvo, las dificultades organizativas no han hecho que la percepción mayoritaria sea de fracaso. Y es que las carencias logísticas y técnicas han sido superadas gracias a la creatividad y a la capacidad de autogestión de las personas y colectivos que conforman el foro. Activistas que con dos lonas y un megáfono (o sin él) tenemos suficiente para organizar un seminario de 5 horas sobre deuda externa o una asamblea sobre las estrategias de lucha contra el cambio climático. Y es que este ha sido, a la fuerza, el Foro más autogestionado de los celebrados hasta ahora.
Especialmente destacable es el esfuerzo organizativo realizado por las redes y grupos de mujeres presentes en el foro de Dakar. “Le village des femmes”, un espacio dedicado exclusivamente a temas de mujeres y género, fue uno de los pocos espacios que funcionó perfectamente durante todo el foro, con algunos de los debates y de las dinámicas de coordinación más interesantes de los que se vivieron en Dakar.

Finalmente, debemos lamentar el hecho de que muchos de los 70.000 estudiantes de la Universidad no habían sido informados ni implicados en el evento, con la consecuencia de que no se sintieron concernidos y no se acercaron a las actividades y temáticas altermundialistas. Aunque algunos de ellos, los “non orientés”, vieron en el FSM un espacio que les daba la oportunidad de denunciar su situación y el proceso de mercantilización de la educación universitaria.
Mostrarse o enredarse
Para muchas de nosotras, el FSM es un espacio imprescindible para la articulación de movimientos a nivel internacional, y para la vinculación entre las luchas locales y las globales. Es un lugar de encuentro, donde el debate o el intercambio de conocimientos y experiencias se convierten excusa para trabajar de forma conjunta, reforzar lazos, limar diferencias, consolidar consensos y dibujar caminos de lucha comunes. Pero el foro es también un espacio donde mostrarse, donde exhibir la fuerza de un grupo o movimiento determinado, donde exponer tus tesis y estrategias.
Y en esta doble funcionalidad de espacio articulador y escaparate conviven colectivos muy diferentes. ONG y movimientos sociales se encuentran en el foro a menudo con diferentes objetivos y, casi siempre, con diferente disponibilidad de recursos. Así, las grandes ONG internacionales son a menudo criticadas por aprovechar el foro como escaparate de sus proyectos, sin demasiado interés en forjar lazos con los movimientos sociales.
A lo largo de los años, las ONG han ido ganando terreno tanto a la presencia en los foros como en sus espacios de organización. Es en este sentido que Esther Vivas, investigadora de la UPF y participante en Dakar, critica la sobre-representación de las ONG en el Consejo Internacional del FSM, respecto al menguante peso que tienen los movimientos sociales de base. “Si consideramos que el FSM será útil siempre y cuando sirva a los intereses de estos movimientos y los procesos de transformación socio-políticos, su pérdida de peso debería ser un elemento a tener muy en cuenta”. Vivas sitúa el FSM “en un frágil equilibrio entre lo global y lo local, entre ONG y movimientos sociales, entre institucionalización y autogestión. Se trata de una tensión constante”. Y esta tensión se palpa en muchos de los debates sobre el futuro del foro.

Más allá de ONG y Movimientos Sociales, el Foro se convierte en ocasiones en escaparate también para políticos y gobernantes. Evo Morales y Lula da Silva viajaron a Dakar, aunque en esta ocasión no consiguieron el baño de masas que se habían dado en otras ocasiones (Belem 2009). Políticos españoles como Jesús Caldera o la francesa Martine Aubry se pasearon también por el FSM de Dakar, tratando de utilizar el foro como escaparate para ganarse una falsa imagen de progresismo e izquierdismo. En esta ocasión, sin embargo, la casi nula cobertura mediática del foro hizo que la presencia de los políticos en el mismo pasara más bien desapercibida. Y por suerte su protagonismo en las actividades fue mucho menor que en anteriores ocasiones. El caos organizativo y la no presencia de medios de comunicación internacionales evitaron así que el foro fuese utilizado como trampolín político para políticos socialdemócratas, muy lejanos al espíritu anticapitalista del FSM.
¿Y qué hay de la deuda?
El ODG participó en el FSM2001 con diversas actividades, insertadas principalmente en el eje “para un mundo libre de los principios y de las estructuras del capitalismo, de la opresión patriarcal, de toda forma de dominación de las potencias financieras, de transnacionales y de sistemas desiguales de comercio, de dominación neocolonial y de dominación por la deuda”. A pesar de las dificultades de organización antes mencionadas, todos los talleres programados por el ODG, junto con otros grupos y redes internacionales, se pudieron hacer en las carpas situadas al pie de las respectivas facultades.
En efecto, a pesar de la dificultad para encontrar el lugar exacto donde se hacían los talleres que se llevaron a cabo fueron llenos de buenos análisis, reflexiones y propuestas interesantes. Así, por ejemplo, en el taller de resistencia contra el pago de la deuda y la transformación del sistema financiero internacional las mujeres africanas nos explicaban cómo se han autoorganizado en sus propias comunidades para formarse sobre la importancia que tiene la deuda en sus vidas. Esto ha sido después de que ellas mismas tomaran conciencia de que el hecho de que sus gobiernos estén pagando la deuda es la principal causa por la que sus hijos e hijas no tengan derecho al acceso a una escuela o a una sanidad de calidad, pública y gratuita. Por ello, nos pedían que trabajáramos con ellas, acompañando a su causa y dando sentido a una máxima de Togo que dice: ‘todo lo que hagas por los otros, pero sin los otros, acaba yendo contra los otros’.
Este llamamiento a la cooperación (operar conjuntamente) en la lucha contra el pago de la deuda es la que se impuso durante los talleres. Así, pudimos escuchar y aprender de la experiencia del pueblo ecuatoriano que ha empujado a su gobierno a llevar a cabo una auditoría de su deuda externa, para conocer su legitimidad. El resultado de la misma ha sido claro: la gran mayoría de los créditos concedidos tienen un alto componente de ilegitimidad, cuando no de ilegalidad, en tanto que no se benefició el desarrollo de la población sino más bien el enriquecimiento ilícito de las elites económicas y políticas del país. Esta auditoría ha hecho que el gobierno ecuatoriano esté anulando, de manera unilateral, buena parte de su deuda externa. Esto está suponiendo que por primera vez en la historia del país el gasto público social sea superior al gasto del retorno de las deudas.
El ejemplo de Ecuador está animando a la sociedad civil de otros países a seguir este camino, tal es el caso de Zimbabwe, Malí, Pakistán, Filipinas, Brasil, Paraguay, Bolivia… e incluso Grecia. En efecto, también la sociedad civil del Norte se está planteando la posibilidad de auditar la deuda pública. En el caso griego, su deuda pública es igual a toda la deuda pública de África subsahariana. Una deuda que durante la dictadura griega se multiplicó por cuatro, que aumentó por inversiones en infraestructuras que no han beneficiado el desarrollo de la población (en tanto que no han sido terminadas y/o ha habido grandes desviaciones presupuestarias) y de la compra de armamento alemán y francés (no es casual que los principales acreedores de la deuda griega sean los bancos de estos dos países europeos). Los indicios de ilegitimidad de la deuda son evidentes, de ahí la importancia de una auditoría a Grecia. Al igual que también lo sería en Irlanda, Portugal o el Estado español. Para tener éxito en esta propuesta, es clave apelar a la cooperación a la que se nos invitaba desde los colectivos africanos. Más ahora que se evidencia como nunca que estamos en la misma lucha, tanto en el Sur como en el Norte, en un momento en que los mercados financieros están apretando nuestros gobiernos para que prioricen el pago de la deuda por encima de las inversiones y gastos sociales.
Tras dos días de trabajo en talleres llevamos a cabo las asambleas temáticas. En la asamblea de la deuda se definieron las líneas de trabajo a llevar a cabo en los próximos dos años para fortalecer la red internacional de resistencia al pago de la deuda. En este sentido, se consideró clave trabajar para las auditorías de la deuda soberana, tanto de los países empobrecidos, que son los que más sufren las consecuencias del pago de la deuda, como los países más industrializados y contaminantes del Norte. En concreto se intentará abordar los casos concretos de Haití y Pakistán, donde sendas catástrofes naturales han devastado unos países ya asolados por la deuda y las políticas neoliberales. Así como se prestará especial atención a los casos de Zimbabwe y Congo, con dictaduras o protodemocracias que han aumentado la deuda odiosa e ilegítima. Pero también el caso griego, filipino o maliense. En todos estos países existen redes y colectivos sociales que están llevando a cabo campañas y acciones para la realización de auditorías oficiales o ciudadanas.
Finalmente, se querrá continuar profundizando en el trabajo y la denuncia de la deuda climática que los pueblos más contaminantes tienen contraída con los pueblos que lo son mucho menos. En este sentido se está trabajando para llevar a cabo un Tribunal Internacional de los Pueblos sobre la Deuda Ecológica y la Justicia Climática que tendrá una primera sesión en Durban (África del Sur) con motivo de la 17 ª Conferencia Internacional de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y una segunda y definitiva sesión en Río de Janeiro (Brasil) en 2012, con motivo del 20º aniversario del primer encuentro sobre el Cambio Climático que tuvo lugar en esta ciudad brasileña en 1992. Una iniciativa que refleja la necesidad no sólo de tomar acuerdos y compromisos fuertes frente al cambio climático y sus desastrosas consecuencias, sino también de condenar la deuda ecológica de los países del Norte con los del Sur. Después del claro fracaso de las cumbres de Copenhagen en 2009 y de Cancún en 2010, se ha hecho imprescindible denunciar el llamado “capitalismo verde”, su oportunismo y sus falsas soluciones, que sólo pueden profundizar las crisis ecológica y social.
Desde el ODG estamos convencidos, al igual que las mujeres africanas, de la importancia de este trabajo ya que sólo el trabajo en red a nivel internacional nos permitirá recuperar y mantener un Estado que garantice los derechos sociales y ecológicos que estamos obligados a garantizar y proteger para toda la población.

De la reflexión a la acción

En la edición de este año, y como suele ser habitual, el FSM comenzó con una marcha que recorrió las principales calles de la ciudad. Una marcha en la que participaron unas 60.000 personas, de colectivos y luchas muy diferentes. Y es que el foro no se trató sólo de hablar sobre las alternativas, sino de luchar por estas alternativas a pie de calle. De hecho, mientras los talleres tenían lugar en carpas y aulas, pequeñas manifestaciones y protestas improvisadas recorrían cada día los espacios de la Universidad.
El paso de la reflexión a la acción tiene su plasmación en el programa en el paso de las actividades autoorganizadas de los primeros 3 días a las asambleas temáticas celebradas los últimos 2 días de foro. Hasta 38 asambleas donde redes y movimientos internacionales tratan de definir las estrategias de acción concretas para el futuro. La de la deuda fue una de las asambleas que se realizaron, bajo el título de “La crisis del sistema capitalista y la lucha contra la deuda y por la justicia”, y se definieron las estrategias antes mencionadas.
Entre estas, destaca la masiva asamblea de movimientos sociales que tuvo lugar el día 10 de febrero por la tarde. La declaración de movimientos sociales, presentada y ratificada asamblea por las más de dos mil personas asistentes, es una invitación a luchar de forma conjunta y coordinada contra el sistema capitalista. Se convocan, además, dos fechas de acción global para el 2011: el 20 de marzo el día mundial de solidaridad con las revueltas del pueblo árabe y africano, la resistencia del pueblo palestino y saharaui, las movilizaciones europeas, asiáticas y africanas contra la deuda y el ajuste estructural y todos los procesos de cambio que se construyen en América Latina, y el 12 de octubre se convoca un día de acción global contra el capitalismo.
El foro social mundial es para muchas una oportunidad de articulación con otros movimientos y colectivos, de establecer estrategias o convocatorias de acción conjuntas, de fortalecer redes o crear otras nuevas, de vincular el trabajo local con el global, o incluso de volver a nuestras luchas locales cargadas de energía y con el convencimiento, una vez más, que no estamos solas.
Pero a pesar de la evidente necesidad de disponer de un espacio como el foro social mundial, no debemos caer en la autocomplacencia. El foro requiere de un esfuerzo común para reinventarse, reforzando sus potencialidades, pero también afrontando sus límites y debilidades. Para que el foro sea un espacio para la transformación político-social, es imprescindible que movimientos y redes sociales nos lo hagamos nuestro y participemos en su construcción.

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